Cebollo no recordaba cómo había llegado al bosque de las marionetas. Sólo sabía que le pareció precioso, un mundo lleno de animalitos, flores, árboles fantásticos, ríos y manantiales.
Pronto descubrió que nadie quería ser su amigo, es más, todo el mundo se asustaba al verlo y huía despavorido.
¡Un lobo!, gritaban al verlo, y todos corrían, y hasta las setas abrían mucho la boca agitándose sin poder moverse, y las flores cerraban sus pétalos en un intento inútil de pasar desapercibidas.
Soy un lobo-pensó Cebollo-y está claro que tengo que portarme mal. Y decidió hacer lo que todos esperaban de él, ¡un montón de fechorías por todo el bosque! ¡hasta molestó a una familia de simpáticas hormigas tapándoles la entrada a su casita!
-¿Por qué haces tantas cosas malas?-le dijo un día Brújula, que lo había buscado durante muchos días. Se había enterado de todo lo que hacía, de lo solo que estaba, y se lo acababa de encontrar ¡echando detergente en el río!
-Soy un lobo, ¿no es lo que debo hacer?, y tú ¡una bruja! ¿es que no haces tú cosas mucho peores?
Brújula sonrió de oreja a oreja recordando su pasado y tuvo una conversación larga..larguísima con Cebollo...
Al final Cebollo también sonrió porque Brújula le había hablado de nuestro amigo Jesús...y había aprendido a comportarse de una manera libre, buscando el bien, sin importarle lo que los demás pensaran o esperaran de él.
¡Ah! y también le pidió perdón a Brújula, porque sólo con verla ya pensó que no podía hacer nada bueno.
"Piensa mal y acertarás", afirma un dicho popular..."Piensa bien, aunque no aciertes"...éste es el estilo que nos enseñó Jesús y el que Cebollo aprendió una mañana en la que se encontró con Brújula en la ribera de un río...mientras hacía algo de lo que ya no se quiere acordar.
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