El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Es el Amor de Dios que guía a la Iglesia y a cada uno de los cristianos.
Cada cristiano recibe con el sacramento del Bautismo los dones del Espíritu Santo, que tiene que ir desarrollando haciendo un buen uso de su libertad.
Con el sacramento de la Confirmación se recibe una nueva fuerza, porque siempre necesitamos la ayuda de Dios.
Cuando una persona se deja conducir por Dios realiza muchos actos buenos, es feliz y hace felices a los demás. Se dice que su vida da mucho fruto, como cuando un árbol está muy sano y se obtiene una gran cosecha de sus frutas: naranjas, manzanas...
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