Hoy se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Fátima.
En la localidad portuguesa de Fátima, la Virgen se apareció en el año 1917 a tres niños pastores: Lucía, de 10 años, y Francisco y Jacinta Marto, hermanitos que tenían 9 y 7 años respectivamente, en el campo, sobre una encina.
Jacinta y Francisco murieron poco tiempo después, víctimas de la llamada gripe española de 1918, que ocasionó la muerte de entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo.
Fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II en el año 2000, primer paso para ser declarados santos de la Iglesia.
Todos estamos llamados a la santidad, también los niños. Ellos tuvieron un privilegio muy especial, pero lo más importante de sus vidas fue el amor que les llevó a entregarse generosamente por todo el mundo, como Dios les pedía. Fueron valientes para defender la verdad a pesar de las burlas y ataques, aceptaron los sufrimientos de su enfermedad de una manera heroica.
Las oraciones de los niños son las más escuchadas por Dios. Los niños tienen que rezar mucho y pedir por las necesidades de todo el mundo, porque ellos son el consuelo de Jesús, tan triste por las actuaciones de los adultos.
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