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domingo, 20 de mayo de 2018

Pentecostés y la torre de Babel

El Antiguo Testamento nos narra el relato de la torre de Babel (Gn 11,1-9).
La humanidad ha crecido en número, se ha desarrollado y se ha olvidado de Dios, tiene mucha confianza en si misma, en su inteligencia y en su poder, y decide hacer una torre que llegue hasta el cielo.
Pero las torres, los muros, la autosuficiencia y el creerse superiores  causa división, cada uno empieza a hablar en su propia lengua y no se entienden, la torre no se termina y queda destruida la unión y la paz.
Pusimos en la torre las consecuencias del olvido de Dios:

El Nuevo Testamento nos transmite la venida del Espíritu Santo, el día de 
Pentecostés (Hch 2,1-13). María y los seguidores de Jesús están juntos, rezando, Jesús les había prometido que les enviaría el Espíritu Santo y ese día lo recibieron, hubo un viento inexplicable, unas lenguas como de fuego sobre sus cabezas y se sintieron llenos del Amor de Dios.
Amar a Dios nos une a las demás personas porque nos impulsa a quererlas y procurar su bien. El lenguaje del amor es universal, por eso a los apóstoles les entendían todos en su propia lengua.
Pusimos en la llama las consecuencias de la unión con Dios:



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