Para ella la belleza es un valor muy importante, por eso sus obras son luminosas, optimistas, transmiten paz y luz, ella se fija en lo bello de la realidad para transmitirlo a través de su arte y así acercarnos a Dios, belleza infinita.
Representa a María muy joven, con unos rasgos de chica de hoy, vestida con una sencilla túnica y el manto azul, color característico de las representaciones marianas.
Tiene un rostro simpático e inteligente que a mí me sugiere la alegría que siempre anidó en su corazón y que nada tiene que ver con la timidez o la falta de energía. La mirada es limpia y enamorada. Siempre tuvo sus ojos fijos en Dios.
Para mí el gesto de sus manos es un signo de abandono, un sí a la voluntad de Dios, reflejan entrega, disponibilidad.
"Bueno, aquí me tienes, Tú sabrás lo que haces, confío en Ti, ya me irás diciendo", eso es lo que parece decir esta María con palabras de hoy.
La pintora ha representado también las doce estrellas y la luna bajo sus pies, según las representaciones clásicas de las inmaculadas, que aluden a (Ap 12,1).
Me ha encantado este cuadro, las interpretaciones que he hecho son personales. Me gusta sobretodo porque hace creíble y actual la idea de pureza, de belleza, cualquier chica que veo por la calle hubiera podido ser la modelo, sí, María es un ejemplo válido y posible hoy. Seguro que la autora logra muchas cosas buenas a través del maravilloso don que posee y que pone al servicio de los demás tan generosamente.
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