- No me comas, por favor, podemos ser amigos, podemos compartir cosas, estar alguna vez juntos y ayudarnos en lo que podamos.
Al león le hizo tanta gracia que decidió perdonarle la vida y acceder a su petición, aunque en el fondo pensaba que un amigo así no le convenía para nada, despreciaba al ratón por ser tan pequeñito y tan débil.
Pasado un tiempo el león cayó en una trampa de cazadores, y no se podía soltar, pensó que acabaría en un zoo, en un circo,o peor, disecado en cualquier extraño lugar.
Pero tuvo la suerte de que por allí paso su amigo el ratón y logró roer las cuerdas antes de la llegada de los cazadores. El ratón acabó agotado, pero merecía la pena salvar a su amigo. El león le dio las gracias y pensó que no hay amigos pequeños, que todos nos pueden aportar algo valioso. Y es verdad, porque aunque el león tenía entre sus amigos preferidos a otros leones y el ratón prefería jugar con otros ratones, nada impedía el respeto y la amistad entre los dos.
Con esta fábula hemos aprendido a ver las cualidades positivas de todos los compañeros para valorarlos y respetarlos. Sería estupendo poder llamar amigos a todas las personas con las que convivimos, aunque luego tengamos algunos más especiales.
Plasmamos lo aprendido en este mural hecho por todos, pero donde la colaboración artística de Niki y Alex fue significativa.
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